Estas son las frases más comunes que nos encontramos a diario en las protectoras:
- He tenido un bebé y el perro le gruñe, me da miedo que pueda hacerle algo. Lo tengo encerrado en una habitación y ya no puedo seguir encargándome de él, estará mejor con vosotros.
- Me han operado y mi estado no me permite seguir cuidando de mi perro, estará mejor en vuestro refugio.
- He cambiado de trabajo y paso muchas horas fuera, mi perro está todo el día solo en casa y ya no puedo seguir haciéndome cargo de él. Creo que puede encontrar a alguien que le pueda cuidar mejor que yo.
- Mi perro, se ha vuelto agresivo, ha mordido a una vecina y no puedo seguir teniéndolo…
- Me he separado, y ya no puedo tener a mi perro…
- Vivía en una casa y me tengo que ir a un piso, ya no puedo seguir teniendo a mi perro…
Personas que buscan desesperadamente un lugar donde poder dejar a su perro y que tienen un motivo para “no poder seguir encargándose de él”. Personas que si reciben un NO por respuesta, posiblemente, vengan por la noche y te lo aten a la puerta.
En particular, Canópolis, es un refugio de animales que puede parecer idílico para aquellos animales que ya no pueden seguir viviendo con sus familias. El espacio del que los perros disponen, las terapias que se les practican y la atención que reciben, hacen que la gente suela decirnos “No quiero dejarlo en otro sitio, sé que con vosotros estará bien”. Es cierto que Canópolis es un refugio muy diferente a los que estamos acostumbrados a ver, pero analicemos la situación.
La persona nos deja a un perro que en muchas ocasiones se ha criado desde pequeño en un hogar, en muchas otras, ha sido adoptado en otros centros y ya tiene una larga trayectoria a sus espaldas.
Pues bien, un refugio de animales, aunque se llame Canópolis y parezca estupendo, no deja de ser, un centro en el que viven un elevado número de animales, entre los cuales, muchos son mayores y otros están enfermos.
Las manos que hay para poder atenderles y darles los cuidados que requieren, siempre son insuficientes y nunca llegamos a darles la atención que necesitan y merecen.
El simple hecho de sufrir un cambio tan grande, les suele provocar una bajada de defensas y por eso, en muchas ocasiones, desarrollan alguna enfermedad a los pocos días de entrar en el refugio, como puede ser Leishmania, Erlichia, anemia, infecciones de diferentes tipos, fallos renales o hepáticos e incluso tumores. Esto sin hablar de la adaptación al centro y a los otros animales, período en el que se puede ver involucrado en alguna pelea y sufrir heridas graves como consecuencia, además de desarrollar miedos e inseguridades.
Someter al animal a un cambio tan drástico como es este, emocionalmente es nefasto… pensad lo que sería para vosotros pasar de vivir vuestras vidas a vivir en un “campo de refugiados”… puede que os parezca exagerado, pero os aseguro que para el animal no lo es, de hecho, para ellos, este cambio es mucho más confuso que para nosotros, ya que no entiende que está pasando, no sabe cuánto tiempo estará allí y a menudo suelen esperar a su dueño en la puerta del refugio durante meses.
Teniendo en cuenta todo esto, también cabe decir que los animales, al igual que las personas, tienen más capacidad de adaptación a este tipo de cambios cuando son jóvenes que cuando son mayores, y por eso, queremos compartir con vosotros nuestra experiencia con la entrada de perros ancianos.
En los últimos meses, han llegado varios perros mayores que habían vivido con su familia durante toda la vida. Entre ellos, algunos ya presentaban problemas típicos de la edad como ceguera, sordera, dolores, problemas de movilidad, etc…
Si para un perro normal, pasar por un refugio, es un trauma, imaginaos, lo que debe ser para un animal anciano que le cuesta caminar, que no ve o no oye y que tenía una rutina establecida en su hogar. A menudo, estos animales, se aíslan, se deprimen, no interaccionan con perros ni personas y como ya he nombrado, permanecen en la puerta del refugio durante meses esperando a que sus familias vuelvan.
Para los miembros del equipo esta situación se convierte en algo insostenible, ya que por mucha atención que le presten, por mucho que intenten motivarlo, por mucho que le “mimen”, parece haber perdido las ganas de vivir y ni los paseos ni el pollo ni las terapias alternativas que les suministramos, parecen surgir efecto. Si a esto añadimos que tendrá muy pocas probabilidades de volver a salir adoptado, sólo nos queda una pregunta y es ¿Qué tipo de vida le podemos ofrecer?? ¿Realmente estaba “peor” en su casa que con nosotros?
Desde aquí, queremos daros algunas ideas de alternativas que podemos valorar antes de pensar en desprendernos de nuestro animal y esperamos que puedan ayudaros a superar ciertos baches en su compañía.
¿Qué puedo hacer con mi perro antes de dejarlo en un refugio?
La primera cosa a tener en cuenta aunque resulte repetitiva y “cansina” es: Si tienes un perro, mentalízate que es para siempre, como ya he dicho, suena repetitivo, pero lo de “ya no lo puedo tener, estará mejor con vosotros” también lo tenemos muy escuchado.
Intenta solucionar el problema que tienes con tu perro. Puede que sea un problema de comportamiento (la mayor parte de veces lo es): gruñe al bebé, ha mordido, ladra cuando lo dejo solo, se escapa… Pues bien, todos estos problemas, tienen solución y al igual que cuando están enfermos acudimos al veterinario, cuando tienen este tipo de problemas, acudiremos a un EDUCADOR y con tiempo, paciencia, comprensión y cariño, conseguiremos solucionarlo.
Si no tienes tiempo para él o pasa demasiadas horas solo o por el motivo que sea no estás en situación de poderlo pasear, pide ayuda a alguien de tu entorno para que te apoye con esto o en su defecto, contrata a alguien que pueda hacerlo por ti.
Si el problema no tiene solución, intenta buscarle un hogar tú mismo, posiblemente, tendrá muchas más oportunidades de encontrarlo así. Ten en cuenta que cuando alguien va a adoptar a un refugio, verá muchos animales más jóvenes, o más guapos, o más sociables que posiblemente, le llamen más la atención que el tuyo. Eso sí, si buscas un nuevo hogar para él, haz las cosas bien, cambia de nombre el chip, esterilízalo y asegúrate de que lo estás entregando a una buena familia que vaya a cuidar de él para el resto de su vida (cosa que tú no hiciste).
Y en último lugar, si es un animal anciano que no está en plenas facultades, valora el sacrificio. No me malentendais, esto no debería ser una opción, pero si me dais a elegir entre un perro que morirá deprimido y sintiéndose abandonado y un perro que cruza el arcoíris en compañía de su familia, me decanto por la segunda opción.
En último lugar decir que si eres una persona que ya está concienciada de lo que significa tener un perro y bajo ningún concepto valorarías la opción de desprenderte de él, cuando contemples la posibilidad de ampliar la familia “perruna”, ten en mente a los ancianos, ningún animal lo necesita tanto como ellos, ningún animal tiene menos opciones de adopción que ellos y ningún otro te lo agradecerá tanto como ellos. Además son animales muy tranquilos que tan sólo necesitan un rincón cómodo y calentito donde descansar y sentirse queridos.
Leticia Gijón