Los animales como espejo

Acaso crees que tu perro o gato o caballo está contigo por casualidad? Crees que los animales que se te cruzan por el camino lo hicieron al azar?

Trabajando en Canópolis desde 1997 y estudiando diversas filosofías que contemplan la estrecha relación entre los humanos y los animales, he descubierto en compañía de animales, domésticos y salvajes, que son nuestro espejo, reflejando nuestra forma de pensar y actuar para que podamos ver como somos por dentro, manifestando nuestro ser auténtico.

Llegan a nuestras vidas por que tienen algo que enseñarnos o algo que deben recordarnos. En efecto, en muchos casos, son ellos los que nos han escogido para acompañarnos en una parte del camino como guías o maestros disfrazados.

Los animales son seres extremadamente intuitivos, al contrario que nosotros, que tendemos a racionalizar las cosas y a juzgar los acontecimientos a nuestro alrededor. Ellos conservan la conexión con la Naturaleza y la Esencia de la Vida, permaneciendo en perpetua comunicación con las energías sutiles que nos rodean y envuelven. Marita Casasola, Maestra de Acupuntura en Animales, fue la primera persona con la que me crucé, que supo confirmar lo que, de alguna manera, yo ya intuía, pero negaba como absurdo, por aquellas cosas de la vida, que una llega a adulta y no puede permanecer creyendo en las fábulas y las películas de Walt Disney. En una de las primeras clases a la que asistí en 2003, me quedé prendada de cómo Marita se refería a los animales desde el punto de vista de la Filosofía China con cinco mil años de antigüedad.

Según ella, los chinos, ya entonces, antes de que comenzáramos a escribir la historia, sabían que los animales eran nuestros hermanos mayores. De ellos aprendimos casi todo, y por aquel entonces ellos fueron la razón de nuestra supervivencia. Pero además, eran mucho más: nuestros sabios, nuestros mensajeros, nuestros terapeutas, y reconociendo esto, los mitos, leyendas y cuentos que comportan la historia y filosofía China, están llenas de animales, y cuentan nuestra relación con ellos a nivel físico, emocional y espiritual.

Pero la China no es un filosofía única en este aspecto. Los que conozcan culturas indígenas, sabrán que en ellas ocurre lo mismo. Y es que los antiguos que poblaron la tierra reconocían que la vida la compartían con sus semejantes, los animales. Y a ellos les debían el más absoluto respeto por ser aquellos que nos enseñaron los misterios de la vida y de nuestra existencia.

Si nos paramos a buscar en la historia de nuestra propia cultura, encontramos a los Celtas, los indígenas europeos. En ellos encontramos nuestro origen, y los animales son parte íntegra de su forma de vivir y de pensar. La idea de que los animales son nuestros guías y maestros yace en el corazón de la cultura a la que pertenecemos, a pesar de que nos distanciamos de ella al entrar en la época oscura de la que lentamente estamos volviendo a despertar. Tan solo hace falta leer sobre ellos para descubrir que los animales aparecen como tal en todos los relatos que comprenden la sabiduría Celta.

Como amante de los animales desde la infancia, creciendo en la España que siguió a Felix Rodriguez de la Fuente a través de los primeros televisores en color, siempre supe que lo mío era estar en su compañía. Y aunque nunca me faltó un ser peludo en mi casa, nunca pensé que me dedicaría a ayudarles a que la humanidad recordara lo que son, dándoles voz a través de mis artículos y cursos, charlas y conferencias, y que mi misión en la vida sería trabajar incansablemente para devolverles su sitio en la tierra.

El día que aterricé en Canópolis, subiendo por una estrecha y vertiginosa carretera que se adentra en el Parque Natural del Garraf, poco sabía que en esa finca al borde del Mediterráneo, llena de perros y gatos abandonados, se convertiría en mi escuela de vida y plataforma para dar voz a los animales.

Mi marido y yo heredaríamos Canópolis, un refugio en ruinas, pero un diamante en bruto. En 1998, creamos la Fundación Trifolium para gestionar Canópolis y otros proyectos destinados a elevar la conciencia de nuestra sociedad respecto a los animales y la naturaleza. Trajimos ideas e inspiración de Inglaterra, Suiza y Estados Unidos y las incorporamos a nuestra forma de llevar un refugio que se salía de normal en todos los aspectos. Ya de por sí, la finca es espectacular- un jardín mediterráneo de 3,5 hectáreas en el que 180 perros vivían en semilibertad y comían cocido casero. Poco usual en el concepto que tenemos de una protectora. Y manteniendo esa esencia, profesionalizamos la administración, creamos un equipo y un programa de relaciones públicas. Pero pronto nos daríamos cuenta de que Canópolis tenía vida propia y se expresaba a través de los animales, obligándonos a replantear nuestra forma de pensar.

Una epidemia de moquillo en el verano del 2003 se llevó cincuenta perros en dos meses, y de esa tragedia sentiría por primera vez que los animales nos hablaban a través de la enfermedad.

Esa experiencia marcaría un antes y un después para mí y para Canópolis, y su entorno. Ese día sentada en la escalera de la recepción, al borde de la desesperación, le advertí a mi marido que los animales intentaban decirnos algo, nos estaban mostrando que algo había equivocado en nuestra forma de hacer las cosas. De esa reflexión nacería el Club Canópolis de padrinos, y nuestra iniciación al mundo de las Terapias Naturales, la Energía, y la Telepatía. Es decir, un replanteamiento total de filosofía y vida.

Ahora Canópolis sirve de plataforma para iniciativas de la fundación como HUMANIMAL (asistencia social), HUMANIMAL KIDS (Para la concienciación infantil), el INSTITUTO TRIFOLIUM (divulgación y práctica de Medicinas Naturales en Animales), y el Proyecto de Comunicación Ineterespecie. Pero este lugar, como decía, tiene su personalidad propia, y me utiliza de portavoz para ideas pioneras o vanguardistas en nuestro país, como la de que los animales son nuestro espejo. En Estados Unidos existen centros de psicoterapia con équidos que reconocen esto, y en este país, la literatura sobre este concepto es extensa. (De hecho la popularidad de Cesar Millán, el Encantador de Perros, nos ha hecho un gran favor, divulgar este tema en España). No crean que lo que exponga en estas líneas no ha sido pensado y practicado anteriormente, pues son ideas que forman un auténtico movimiento en países más avanzados.

Una de las cosas imprescindibles que requiere Canópolis para realizarse como vehículo de concienciación humana a través del contacto con los animales, es un equipo que entiende y practica las ideas y conceptos o técnicas que se pretenden fomentar. Para ello, desde hace seis años, el equipo de Canópolis está constantemente formándose dentro y fuera de la Fundación realizando cursos de Terapias y Visitas Asistidas con Animales, Acupuntura, Flores de Bach, Reiki, Homeopatía, Peluquería, Asistencia Veterinaria, Educación Canina, Etología, Comunicación Interespcie, etc. Recientemente integramos en el trabajo diario un ejercicio que pretende hacer al equipo consciente de cómo los animales que nos rodean no están con nosotros por casualidad, si no que se unen a nosotros para reflejar algo de nuestro interior, sobretodo emociones reprimidas, desenmascarándonos para poder conectar con nuestra esencia. Al disfrutar de libertad, los perros de Canópolis pueden escoger cuidador, y le seguirán a est@ durante las jornadas de trabajo. Esto permite que tengamos frente a nosotros un auténtico caleidoscopio de información si somos capaces de descifrar los mensajes de estos pequeños sabios de cuatro patas. Los animales que nos acompañan, ya sea en este trabajo, en casa, en la granja o en la hípica, pueden desempeñar uno o varios papeles: el maestro, el guía, el terapeuta o el espejo. El maestro es aquel que nos hace rabiar y pone nuestro límite a prueba (nos hace tropezar, rompe cosas, tira cosas, ladra, hace daño…) hasta que sacamos nuestra ira, nuestra frustración para luego armarnos de paciencia o tolerancia para poder tratar con este granuja.

El guía es aquel que nos muestra otro camino, a través de su enfermedad, sus travesuras, o sus particulares necesidades. El terapeuta es el que manifiesta nuestra enfermedad o desequilibrio emocional, absorbiendo nuestra negatividad para transformarla. Por último, el espejo, es aquel que se parece y se comporta como nosotros, y padece dolencias similares a las nuestras para que podamos vernos reflejados en otro ser y tener esa perspectiva que permite que podamos reconocer nuestras faltas, deficiencias, o dones y talentos, y aprender a potenciar lo bueno.

En Canópolis somos cada día más conscientes de que la realidad de los animales que nos rodean es una muy diferente de la que conciben aún la mayoría de las personas. Todavía existen los que piensan que los animales son seres sin espíritu, que no piensan, no sueñan y no sienten dolor. Existen los que creen que los animales se comen, se usan para nuestro consumo y divertimento. Poco saben estas personas la verdad sobre los animales y gracias a Dios, cada vez son menos. El movimiento animalista, ahora global, lucha para reconocer los derechos de los animales, para obtener leyes que respeten su dignidad e integridad, y en esa lucha estamos también. Pero nos hemos adelantado a la corriente en nuestro país para traer a nuestra conciencia colectiva la idea de que los animales son más sabios, tienen una misión que cumplir en sus vidas, sacrificando a menudo su felicidad para mostrarnos otras formas de convivir. El proyecto de Comunicación Interespecie se centra en un trabajo de comunicación extrasensorial a través del que podemos acceder a mensajes de ecología y autoconocimiento profundo. Con actividades como Reiki en el Zoo de Barcelona, hemos descubierto que en nuestro afán por mejorar la salud de sus habitantes, somos nosotros los que estamos recibiendo información y sanación. También nuestro curso de Telepatía con Animales pretende ponernos en contacto con los animales a través de nuestro campo morfogenético para poder comunicar con los animales a un mismo nivel de inteligencia, y este próximo verano ofrecemos un viaje con Cetáceos y Navegación para comunicarnos con los cetáceos, los más evolucionados de todas las especies.

Sin saberlo, nos hemos embarcado en una aventura llena de magia y fantasía, pues vuelvo a creer en esas películas de Walt Disney, en la que los animales forman una parte íntegra en la vida de los humanos, ayudándonos mutuamente. Mucho les debemos a los animales, y permitirles que realicen su parte en la evolución exige que aprendamos a escucharles de verdad, verles en realidad como y lo que son, y prestarles nuestros propios dones para que puedan compartir los suyos. Asumiendo la misión de ayudarles, hemos descubierto que son ellos los que nos están intentando ayudarnos a nosotros para poder remediar todo el daño cometido, y más allá, lograr una nueva existencia en la Tierra.

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